ANDRIW
SÁNCHEZ RUIZ
(Trabajo publicado en Diario Ciudad CCS el 20 de abril de 2015)
La rutina de Caracas puede cegar a sus
habitantes. En el ajetreado vaivén del día a día, los sentidos se nublan y es posible desatender el reconocimiento de la ciudad como un centro cosmopolita,
digno de la capital de un país. El Valle no guarda secretos. Los expone a los
cuatro vientos para que algún avileño, que salga de la absorción del hábito
cotidiano, se nutra de ellos.
Clamores y palabras extrañas, entonadas en un idioma
poco habitual para los oídos citadinos, son los elementos que hacen voltear a
los lados y dejar atrás los pensamientos automáticos. Los sonidos rebotan en las descuidadas paredes que encajonan a la Plaza Caracas.
Bajo la adusta mirada del busto de Simón Bolívar
yace la fuente de la novedad. Cerca de 20 hombres juegan con bates y pelotas.
Uno lanza la bola con fuerza, a veces desmedida, mientras que otro individuo
trata de pegarle y, si lo logra, esperar que la defensa no la tome de aire.
No. No es el acostumbrado y querido beisbol, disciplina tan caraqueña como la Doña Antañona y muy popular en las urbes más grandes del Caribe español. La veintena de hombres juegan al
críquet ante la vista curiosa de algunos avileños. El sol
dominical de las 3:00 pm es la manta que les da calor a todos.
Foto: Leila Saab