Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @andriwsanchezr
¿Qué
no ha vivido Jean Machí en un terreno de beisbol profesional? Es difícil
responder la interrogante. Ha sido taponero estelar de Navegantes del
Magallanes y relevista indispensable en Grandes Ligas. Nombrado Cerrador del
Año y Lanzador del Año en la temporada 2009-2010 en Venezuela. Ganador de dos
títulos con los turcos (12-13 y 13-14) y una Serie Mundial con Gigantes de San
Francisco (2014).
Se ha vestido de héroe y villano del morrito, atuendos
normales en la imprevisibilidad y variabilidad del juego de pelota. El año
pasado su Split-Finger llegó a ser catalogado como uno de los mejores envíos en
las mayores. Se ha acercado a la cúspide para un serpentinero y rozado los
niveles más bajos de los despidos espontáneos. Ha regresado y marchado. ¡Vaya
que ha experimentado situaciones en los diamantes!
Tal vez no sea el instante más memorable, ni siquiera el más
inolvidable, pero es posible que el momento más anecdótico en la carrera de
Machí tenga fijada la fecha 12 de marzo de 2015. El día que le lanzó su mejor
pitcheo a Will Ferrell, una de las estrellas más brillantes del cine de
comicidad actual de Estados Unidos.
Foto MLB.com
No.
No fue en una caimanera, ni en un juego extraordinario. El encuentro de
personajes tan desiguales se dio durante el Spring Training de este año. Machí,
que en ese momento todavía lucía el hábito de los Gigantes, se disponía a sacar
el octavo inning. Deseaba conseguir la mejor forma física a costa de los
bateadores de Medias Blancas de Chicago.
Su próximo rival aterrizó en helicóptero en el jardín central
de CamelbackRanch, en Glendale, Arizona; hogar primaveral de los patiblancos.
El adversario era Ferrell, quien bajó con mucha seguridad y con bate en mano.
“¡Oh!”, suelta el relevista anzoatiguense y sonríe cuando se le es recordado el
inusual enfrentamiento.
“Para mí, de verdad fue algo inesperado”, relata durante una
de las visitas del Magallanes al estadio Universitario, en Caracas. “En Spring
Training casi siempre lanzo temprano, pero ese día extrañamente me dejaron para
los innings finales”. La razón de su presencia, es que los productores que
seguían las incidencias de Ferrell deseaban que se midiera a un lanzador que
había estado en la Serie Mundial el año anterior.
Cuando Ferrell se acercó al plato para hacerle frente, Machí
cayó en cuenta del momento. Recordó que el actor había emprendido una gira
durante los entrenamientos primaverales en la Liga del Cactus. La cruzada, con
fines benéficos en pro de la lucha contra el cáncer, consistía en jugar para
diez equipos de Grandes Ligas, en diez posiciones distintas, y en un mismo día,
ese 12 de marzo. El proyecto se denominó “Ferrell takes the field” y fue
producido por el sitio web Funny or Die.
“Yo vi la comedia”, admite el escopetero de 33 años, sin
perder la sonrisa que denotaba divertidos recuerdos. “Me reí mucho con ella”.
Pero… ¿Qué vivió Machí en el acontecimiento? ¿Por qué tan hilarante?
“Él (Ferrell) llegó haciendo bromas”, recuerda, al mismo
tiempo que acentúa el hecho que el también venezolano Guillermo Quiroz
protagonizaba el momento, pues era su receptor. Machí le abrió con un envío
rápido al actor, que estaba metido en el papel de bateador designado de los
Medias Blancas.
“No vale, yo no me afinqué”, dice entre risas. “Yo quería que
él hiciera contacto para hacer la cosa más atractiva, tú sabes”. Ferrell vio
pasar un lanzamiento más, le hizo un fallido swing a otro y cuando por fin
llegó el contacto, la bola salió en foul cerca de la primera base. Enseguida
soltó el bate y mostró señales de dolor en las manos.
“Cuando dio el foul y se sobó las manos me dije ‘ay, chamo’.
Él lo que hizo fue preguntarle a Quiroz que qué le había lanzado”, comenta y
luego revela la identidad del envío como si fuera una acción cotidiana: “Yo lo
único que le tiré fue una Split”.
Tras notar la sorpresa, pues exhibió lo mejor de su
repertorio frente a un hombre de 48 años con casi nula experiencia en el
beisbol, Machí no tardó en argumentar: “Pero tranquilo. Se lo lancé para que le
diera y no fallara”.
Inevitablemente Ferrell se ponchó. Fue mucha la distancia
entre él y el fuerte relevista nacido en El Tigre. En su camino al dugout de
los Medias Blancas, el anunciador interno le informó a los presentes en el
estadio que el actor había sido cambiado a los Gigantes. Ahora, los fugaces
rivales, serían compañeros.
Bruce Bochy, mánager de San Francisco, sacó a Quiroz del
juego. Le ordenó a Ferrell que se pusiera los aperos de cátcher y le diera
instrucciones a Machí. “Se me acercó y me entregó la bola. Entre bromas de que
no le lanzara tan duro, me pidió boleto intencional”. El monticulista cumplió,
pero Ferrell fue cambiado de inmediato a los Dodgers de Los Ángeles por una
compensación no revelada. Resultó una elegante manera de despedirlo. Menos
cruel que cuando los Angelinos de Los Ángeles de Anaheim lo envió a Cachorros
de Chicago por una lavadora.
“Yo creo que, más allá del show, fue un bonito gesto. Valió
la pena hacer eso por las personas que luchan contra el cáncer”, razona Machí
que, cuando tenía 15 años de edad, perdió a su abuela por el padecimiento de la
enfermedad.
Al conocer la historia del día que el cerrador
le lanzó su mejor pitcheo a Ferrell, se torna más difícil responder la
pregunta: ¿Qué no ha vivido Machí en un terreno de beisbol profesional? Ya
veremos lo que le deparará su experiencia con los Cachorros, su equipo para el
año que viene.
Trabajo publicado en Newsweek Venezuela. Se prohíbe su reproducción total o parcial, sin el consentimiento del grupo informativo.
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