lunes, 9 de noviembre de 2015

Alfredo Pedrique: “Cuando acepté dirigir a Leones toda mi familia me quería matar”

Andriw Sánchez Ruiz

> Es un libro abierto y con franquesa cuenta los detalles de la contratación con los melenudos. Habla de su firma al profesional en 1978 y el arribo como piloto a las mayores. Agradece por los consejos de José Tartabul, Jim Leyland, Davey Johnson y Sparky Anderson | 

Nunca dejará de sorprender la tranquilidad que existe en el Estadio Universitario durante las mañanas. La paz y armonía parecen ser los elementos naturales del espacio. Sillas vacías, diamante sin su habitual maquillaje, grama recién podada y trabajadores laboran como si un control remoto les hubiera impuesto el mute.
Las percepciones se hacen añicos al recordar que la noche anterior el bullicio y la algarabía imperaban en cada rincón. Cual coliseo romano, clamores bondadosos o soeces eran regalados a peloteros y técnicos. No hay nada de qué avergonzarse, mientras no exista la violencia. La esencia de un terreno profesional es brindar un espectáculo y saciar las necesidades de fanatismo que afloran en muchos de los venezolanos.
Pero también se viven cosas interesantes durante las mencionadas mañanas de sosiego. Ocurren tan atrayentes situaciones que es posible encontrarse a Alfredo Pedrique, mánager de Leones del Caracas.
Foto Marcos Colina/Ciudad CCS

Poco importa lo tarde que haya terminado el juego de la noche anterior o si el viaje de regreso a la capital ha sido largo y agotador, el timonel está instalado en su oficina en el clubhouse melenudo a las 10:00 am.
Camina y habla de una manera relajada. Al igual que el Universitario, pasma la tranquilidad de su persona a pesar de ser blanco de la opinión pública. Su cargo nunca lo exentará del fanatismo que irradia la pelota en el país. No hay cuartel, ni siquiera de su familia.
—Una vez más está en plena temporada del beisbol venezolano. Ahora con Leones. ¿Cómo reaccionó su familia al conocer el nuevo trabajo?
—Cuando acepté dirigir a Leones, toda mi familia me quería matar (risas). Hay muchísimos magallaneros entre ellos. Claro, estallaron porque lo mantuve en secreto por recomendación del señor Luis Ávila (presidente de la organización caraquista).
—¿Ni siquiera su esposa supo? ¿Cómo fue ese primer acercamiento de Leones?
—Ella sí se enteró, pues cuando me llamó el señor Ávila, yo tenía el altavoz en el carro. Eso fue en la segunda semana de enero. Recuerdo que tranqué, ella me miró y me dijo: ‘¿Vas a aceptar? ¿Tú estás loco?’ Es magallanera. Le expliqué que soy técnico de beisbol, es mi trabajo y mis oídos siempre van a estar abiertos. Entonces le dije que si aceptaba ella iba a estar tranquilita sentada del lado del Caracas (risas).
—Pero aceptó. Me imagino que ahora sí lo apoyan.
—A veces (risas). Cuando es contra Magallanes no hay apoyo. Si es un juego versus otro rival siempre me envían mensajes de aliento. Cuando acepté, todo fue un lío. Me tildaron de loco, hubo mucha echadera de broma. Todos son radicales, pero en una forma muy sana.
—Es prematuro e incierto lo que hay más adelante pero… ¿Se ha planteado otro año con el Caracas?
—Claro, lo ideal cuando uno acepta la responsabilidad con un equipo uno piensa a largo plazo. Siempre he sido creyente de que con la continuidad viene el éxito. Si tú mantienes un ritmo de trabajo año tras año, verás los resultados. Estoy claro de que esto depende del rendimiento. Hay que ganar una temporada corta. Si quieres ser mánager en Venezuela debes ganar.
—Entonces… ¿Cuál cree que son las nomenclaturas para ganar en esta liga?
—Todos sabemos que para ganar un campeonato aquí, se necesitan muchas fórmulas. Hay que tener suerte y no es fácil estructurar un equipo balanceado con las restricciones. Pero lo más importante en esta liga es saber manejar un clubhouse.
Hay personajes diferentes, peloteros que vienen de jugar diferentes niveles y organizaciones. Prácticamente tienes 15 días de entrenamientos para armar un club y tres meses para mantener la química.
—¿Es muy difícil la aceptación de un mánager por sus peloteros?
—Sí, eso también. Cuando llegas a un equipo nuevo te vas a encontrar con cosas muy buenas, con vicios y filosofías diferentes.
Si crees que tu manera te ha ayudado todos los años para conseguir el éxito, cuesta un poquito para que los peloteros te acepten. Primero debes hacer que confíen en ti. Aunque ellos sepan quién eres, tú debes demostrar que tienes los conocimientos y la experiencia suficiente para ayudarlos a conseguir un título.
—Además de eso, ¿qué convierte a una organización en ganadora?
—Sencillo: la unión, jugar en equipo. Cuando todo el róster está en el dugout viendo el juego, cuando todos los peloteros ven los 27 outs sin perder detalle alguno de lo que sucede en el terreno, ese conjunto va a tener éxito. Pero cuando tienes a los muchachos divididos, algunos viendo televisión, hablando por el celular en el clubhouse y nueve peloteros te están jugando duro, por muy virtuoso que sea dicho equipo y por muy trabuco, no van a ganar. Más allá del talento tiene que haber unión, respeto entre ellos y por la camiseta que se defiende.
Un mánager no nace, se hace

Si usted fuera un aspirante a ser piloto, escuchar hablar a Pedrique sería una clase magistral. El bolígrafo no pararía de gastar la tinta, mientras apunta cada consejo y anécdota. Seguramente no distraería su atención. ¿Cómo podría hacerlo? Con usted habla un hombre que cuenta con 37 años de experiencia en el beisbol profesional, 20 como técnico entre Estados Unidos y Venezuela. Por favor, no omita el hecho que es uno de los dos venezolanos que han sido estrategas a tiempo completo en Grandes Ligas, que ha ganado tres veces el galardón Mánager del Año en Venezuela y ha dirigido en par de finales del circuito.¡Vaya que resultaría una gran lección!
Pero, como naturalmente es, esos conocimientos no vinieron con Pedrique cuando vino al mundo hace 55 años en Maracay. Su apego al beisbol, las diversas vivencias y las personas que conoció en el trayecto lo formaron.
Desde que el hombre tiene sentido de la razón, el juego de pelota estuvo presente en su vida.
“Mi tío Obdulio entrenó la Universidad Central de Venezuela por muchos años. Mi papá Alfredo y su hermano gemelo, Freddy, fueron campocorto y segunda base en la Fuerza Aérea. Estuvieron en muchas competencias nacionales”, recuerda sin esfuerzo.

La presencia del beisbol en su niñez, así como la simpatía por los Tigres de Aragua y David Concepción, terminaron de darle razón a su vida: el joven Alfredo quería ser pelotero profesional.

“Yo siempre manifesté ese deseo”, cuenta y sus cabellos canosos revelan que el anhelo ocurrió hace bastante tiempo. “Mis padres me apoyaron siempre. Lo único que me exigieron fue graduarme de bachiller y nunca les di problemas con los estudios. Ellos me enseñaron la responsabilidad. Me inculcaron que si quería practicar algún deporte tenía que cumplir con lo académico”, dice y admite que además del beisbol le llamó la atención la pedagogía en Educación Física y la gerencia deportiva.
—Firmó para el profesional en 1978. ¿Cómo fue el proceso?
—Yo estaba jugando un Campeonato Nacional Juvenil en San Carlos (Cojedes) con la selección de Carabobo. El periodista Antonio Narváez era muy amigo del señor Pedro Padrón Panza y le comunicó que había visto un campocorto de buenas condiciones, con un buen tamaño y no mucho poder a la ofensiva. Padrón Panza y Pompeyo Davalillo viajaron a San Carlos.
Vieron tres juegos y me invitaron a Caracas para practicar una semana con los Tiburones. Esa semana llegó Nino Escalera, scout de los Mets de Nueva York y firmé con ambas organizaciones.
—Firmó bastante joven, ese primer año seguro fue duro.
—Bastante. Firmé a finales de julio y los Mets querían que yo viajara enseguida, pero antes tuve que sacar mi bachillerato. Me presenté en Clase A corta en agosto con el equipo Little Falls. Hablaba muy poco inglés. Tras las primeras dos semanas me pegó la soledad. Me hicieron falta mis padres y mis hermanos. Fui a hablar con el gerente del equipo y le dije que quería regresar a Venezuela. La respuesta de mi papá fue: ‘Tú quisiste esto. Es hora que le eches pichón y te sacrifiques’.
—Y en Venezuela La Guaira. Jugó poco sus primeras temporadas y luego se asentó con Magallanes. ¿Eso fue un préstamo?
—Sí, hubo un préstamo. No llegué a ningún acuerdo económico con el señor Padrón Panza y le pedí que me prestara para cualquier equipo. Magallanes necesitaba un campocorto y ese año me fue bien con ellos.
—Cuando regresó, Tiburones ya era la famosa y exitosa Guerrilla, ¿qué tan especial fue la experiencia?
—Era más maduro. Venía de jugar Doble y Triple A. El mánager José Martínez me dio la confianza. Como habían muchos shortstops me ofreció la inicial. Acepté porque podría jugar todos los días y tomar turnos al bate. Fue muy especial. Lo más importante que aprendí de ese grupo fue el compañerismo. Había mucha competencia entre nosotros, pero mucho respeto por los compañeros, la divisa y el juego. Ese grupo nunca dejó de trabajar muy duro.
—Se retiró a los 33 años, una edad prematura. ¿Por qué lo hizo si venía de batear .305 con los Marlins en Triple A?
—Sí, me fue muy bien. Pensé que era otro golpe de suerte para volver a las mayores. No se dio. Ellos querían que yo fuera un infield extra en Triple A. Ese año subieron a dos prospectos desde Doble A y pasé a ser el utility del equipo. Me di cuenta de que era el momento indicado para retirarme. Era 1994 y la huelga paró el beisbol. Te digo que tres organizaciones me ofrecieron mucho dinero para que no apoyara el movimiento de los peloteros, eso hacían, pero no quise. Preferí mantener la mística por el juego y buscar otras opciones.
¡Llegó la hora de dirigir!

Tras colgar los spikes, Pedrique deseaba mantenerse en el beisbol, bien sea como técnico o en las oficinas de alguna organización. Los Reales de Kansas City lo llamaron en 1995. Le ofrecieron la sucursal Clase A corta. “Les dije que quería ser coach primero, pero ellos dijeron que no. Consideraban que estaba listo para dirigir”.
Poco a poco tomaba experiencia en el nuevo rol. En 1999 comenzó con los Astros de Houston y luego mánager de ligas menores con Cascabeles de Arizona. Llegó 2004 y la gran oportunidad de su carrera: ser timonel en Grandes Ligas.
—Bob Brenly despedido y llegó el chance. ¿Cómo ocurrió?
—Brenly fue despedido injustamente. Arizona tuvo lesiones de peloteros claves y comenzaron a subir jugadores que no estaban listos para el nivel. Una mañana me preparaba para ir al estadio, me llamó la asistente del gerente general y me dijo que pasara por la oficina antes de llegar al clubhouse. Me extrañó eso. Cuando la veo me dice que Brenly estaba sentado con el dueño y el gerente, pues lo iban a despedir. Tras 15 minutos apareció Joe Giragiola, gerente general, y el dueño. Me ofrecieron el equipo y acepté. De verdad, tenía muchos nervios.
—Oswaldo Guillén y usted son los únicos venezolanos que han dirigido en el nivel… ¿Es casualidad o hubo una escuela en La Guerrilla de La Guaira?
—Hubo una escuela. Nosotros aprendimos la manera correcta de jugar el beisbol. Aprendimos el ABC y a jugar por el equipo, a respetar el juego y al contrario, a no montar circos en el terreno. Cuando el grupo de La Guerrilla nacía, salían peloteros como Oswaldo Blanco, Enzo Hernández, Remigio Hermoso y otros, que nos enseñaron todo, hasta cómo hay que actuar dentro y fuera del diamante.
—¿Cuáles fueron los maestros más importantes que tuvo para ser mánager?
—Tuve la suerte de tener como maestro a José Tartabul, el viejo. Cuando fue mi coach de bateo me dio muchos consejos que influyeron cuando comencé mi carrera como técnico. Como pelotero tuve la oportunidad de ser dirigido por Luis Aparicio, Pompeyo Davalillo, José Martínez y Preston Gómez. Y en Estados Unidos a Jim Leyland, Davey Johnson y Sparky Anderson.
—¿Qué aprendió de Leyland, Johnson y Anderson?
—Los tres me enseñaron el respeto por el beisbol y la preparación fuerte que uno debe tener. Para recibir algo bueno tú tienes que dar. En esta profesión, y me imagino que en todas, siempre tienes que darle ese tiempo extra para poder esperar las cosas buenas.
—Tiene una buena vida en Tucson, Arizona ¿Qué le da Venezuela que siempre quiere regresar?
—Siempre extraño a Venezuela como país. Soy de aquí y nunca olvidaré donde nací. Es una nación que tiene muchas cosas bellas. Tengo muchos amigos, siempre he dicho que si no vengo a Venezuela por el beisbol trato de regresar para compartir con la gente. El venezolano es diferente al estadounidense. Aquí hay un ambiente agradable. La gente, con todo y los problemas, se busca y ayuda.
—¿Cómo se ve en 20 años, en el futuro, cuando tenga 75?
—Me visualizo en la playa, pescando. Me gusta mucho el mar, es algo que me relaja. Mi señora y yo tenemos eso en común. No nos fastidiamos de la playa, no importa si el agua está fría o caliente. Solo Dios sabe si me va a dar salud de aquí allá, si es así me gustaría seguir trabajando en el beisbol.
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“Le mentí a Astros para que firmara a Altuve”
Alfredo Pedrique no solo ha fungido como mánager. Ha sido socut de avanzada, asistente de gerente general, coach de infielders y scout de talentos, en tal rol descubrió uno de los mejores bateadores de nuestro país: José Altuve.
“Yo lo que quiero es jugar, no me importa el dinero”, esas fueron las palabras textuales de Altuve cuando lo conocí, relata el timonel de Leones.
“Pero yo no fui el único responsable de esa firma”, continúa. “Wolfang Ramos, que en paz descanse, trajo a Altuve a la academia y me dijo que no me dejara guiar por su tamañito”.
“Luego fue un trabajo en conjunto de Omar López, Ramos, Pablo Torrealba y yo. Mi labor fue insistirle a los Astros para que firmaran al muchacho. De hecho, les mentí sobre la estatura. En ese momento querían peloteros altísimos, todo lo contrario de Altuve. Fui superinsistente con el director de Ligas Menores de los Astros, pues me sorprendió el buen contacto que le hacía a la pelota y la seguridad que tenía José de sí mismo”, continúa.
Pedrique se siente orgulloso cuando ve lo que ha hecho Altuve en Grandes Ligas. “Esas cosas me satisfacen y me motivan en mi trabajo”.
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“Se deben mejorar clubhouse de visitantes”
No es un secreto que el beisbol venezolano debe mejorar en varios aspectos para que se consolide como una de las mejores ligas del mundo. Aunque los estadios poco a poco han evolucionado, hay fallas graves todavía. Para Alfredo Pedrique una de esas falencias son las condiciones de los clubhouse de visitante de las diversas plazas.
“Se deben mejorar los clubhouse de visitantes. He notado el descuido que hay en ellos y no veo la razón, porque esos espacios deberían estar como en Estados Unidos. No hablo del lujo que hay allá, sino de la comodidad y la limpieza. Es necesario que los peloteros tengan un buen baño, que haya lockers y donde te sientas seguro que te puedes cambiar”, opina.

Muchas veces se ha dicho que la liga y los equipos se rigen por las normas de la Major League Baseball, con ciertas restricciones por gran diferencia económica. No obstante, Pedrique cree que “no se cumplen en su totalidad. Creo que hay suficiente personal encargado y experiencia en este negocio para brindar mayores comodidades a los equipos visitantes”.
Entrevista publicada en la edición del  de noviembre del Diario Ciudad CCS

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