El poder de su brazo quedó en el pasado y ahora utiliza estratagemas para sobrevivir en el morrito. Dice haber desarrollado tres tipos de cambio de velocidad y el instinto de leer a los bateadores
Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @AnSanchezRu
Innumerable es la
cantidad de pitcheos que vio Brad Ausmus cuando era uno de los receptores
titulares de las Grandes Ligas. Es casi imposible cuantificar los envíos que
explotaron en su mascota durante 18 años.
Lo que sí se sabe es que la pericia le entregó sapiencia. Su ojo puede reconocer a los hombres que entienden que lanzar pelotas al plato va más allá de utilizar la fuerza bruta. Es una acción analítica.
Lo que sí se sabe es que la pericia le entregó sapiencia. Su ojo puede reconocer a los hombres que entienden que lanzar pelotas al plato va más allá de utilizar la fuerza bruta. Es una acción analítica.
La molestia del manager
de Tigres de Detroit, cuando alguien mide la capacidad de un serpentinero por
las millas de velocidad que marca en el radar, fue notoria en una conversación
con Jason Beck, periodista de MLB.com.
“¡Las personas están
tan cautivadas con la pistola de radar!”, exclama el otrora receptor, ganador
de tres Guantes de Oro. “Ellas piensan que se debe lanzar muy duro para sacar
outs. Pitchear es pitchear. Aun así tienes que localizar bien la bola. Aun así
tienes que mezclar la velocidad de los envíos”.
Ausmus no necesita
escarbar en la memoria para encontrar un ejemplo que avale sus palabras. Le
basta con dirigir la mirada al bullpen y enfocar a Francisco Rodríguez, el
cerrador de este año de los bengalíes.
Foto MLB.com
El apagafuegos
caraqueño florece, aunque el otoño se adentra en su carrera. Ya cuenta con 34
años de edad, y son lejanos los recuerdos de la humeante recta que lo hizo
brillar en los campos del 23 de Enero, con el uniforme de la escuela de
Graciano Ravelo. No obstante, continúa en la élite de los taponeros de las mayores.
Estratagemas
del morrito. El secreto del Kid es el engaño. Juega
con los planes de los bateadores. Los hace abanicar y esperar pitcheos que
jamás van a llegar. No desaparece la bola. La disfraza con propiedades
inexistentes y la coloca en lugares inexplorados para los bates.
Fue su forma de
combatir el pasar de Cronos que, con su guadaña e imparable andar, deteriora los
dotes físicos de los seres del planeta. “En este momento puedo tirar bolas de
87 u 88 millas, algo así”, dice el relevista derecho al ser interpelado por
Beck.
Rodríguez admite que a
veces su recta puede llegar a las 92 millas, cuando le imprime toda la fuerza,
pero no es algo constante. Aunque es una buena cifra, no es calificada como extraordinaria. Luego expone su arma mortal: “Tengo un cambio de 80
millas, es una gran brecha (de velocidad, en relación a la recta)”.
Es esa desaceleración
lo que confunde a los paleadores. Atacan la bola en un intento por hacer daño y
caen estrepitosamente sin que el envío haya llegado a la mascota del receptor.
“Él (Rodríguez) acaba
de obtener una acción real en el brazo con ese cambio de velocidad”, comenta
Ausmus. ¿Y qué quieren decir dichas palabras? Pues que no importa si el cerrador
viene con el pitcheo lento o la recta. Su mecánica siempre será igual. Son
imperceptibles para un paleador las intenciones del Kid.
“Tiene la capacidad de
lanzar en las áreas donde el bateador va a fallar. A veces, incluso, trabaja
con un power change (un cambio un poco más veloz y con desplazamientos más
pronunciados)”, explica el estratega.
Sí. Para colmo,
Rodríguez revela que logró curar diferentes tipos de cambio. Puede lanzar dos
y, en ocasiones, tres variaciones del envío, todos con movimientos nada
similares.
“Depende del bateador”,
aclara el escopetero. “Si es un derecho, quiero que la bola vaya hacia abajo.
Si se trata de un zurdo, quiero que la pelota se aleje. Trato de no utilizar el
mismo lanzamiento en un mismo turno. Ellos deben hacer el ajuste. Esa es la
ventaja que debo trabajar en este momento”.
Ahora tienen sentido los
38 rescates que logró la temporada pasada, así como la efectividad de 2.21, la cuarta
más baja en su carrera de 14 años en las mayores. El cambio lo desarrolló a tal
magnitud que, de acuerdo con el portal fangraphs, constituyó el 42.8% de todos
sus envíos en la campaña. Mientras que la recta estuvo presente en su repertorio 45% y la curva 12.7%.
Foto MLB.com
Los porcentajes no solo
muestran la tendencia del Kid. Son la evidencia de la evolución y la
lucha contra el deterioro del tiempo. Fíjense que en 2004, su tercera zafra en
la gran carpa y su primera realmente brillante, 55.6% de sus lanzamientos
fueron rectas, 10.2% curvas, 34% sliders (su pitcheo para ponchar en aquel
entonces) y solo 0.1% de cambios.
Sexto
sentido. Si el entendimiento sobre el pitcheo y la habilidad
natural no son suficientes, Rodríguez tiene otra ventaja sobre sus adversarios,
aunque esta resulta inmedible: dice que con el tiempo ha desarrollado intuición
sobre los bateadores. Es un automatismo mental basado en lo que ve en los rivales
desde el dugout o el bullpen.
“Tengo instinto para
leer a los bateadores. Voy a lanzar para que ellos hagan swing. No importa si
ellos van por el boleto, no importa si ellos están en la búsqueda de un pitcheo
o si ellos solo están allí solo para hacer swing”, expone el Kid que está a
solo 14 rescates de convertirse en el lanzador más joven en la historia de las
Grandes Ligas en arribar a los 400 salvados.
Como detalla el
reportero Beck, Ausmus considera que lo que hace el nativo de Macarao es la
esencia del pitcheo.
Así como Sun Tzu
escribió El Arte de la Guerra, 500 años antes de Cristo, el serpentinero podría
dejar sus recomendaciones y vivencias en: El Arte de Lanzar de Francisco
Rodríguez. Pero bueno, eso es solo un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario