lunes, 11 de julio de 2016

Radiografía de Junior Guerra, el novato de 31 años

Felipe Lira, quien trabaja con el abridor de los Cerveceros desde 2011, en Tiburones de La Guaira, piensa que la pericia y el dominio del split-finger son los secretos del serpentinero

Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @AnSanchezRu

El teléfono de Felipe Lira repicó mientras trabajaba en unos informes de peloteros rookies de los Medias Blancas de Chicago. Solo por un momento, el ex lanzador dejó a un lado el papeleo. Le había escrito Junior Guerra con la simple intención de saludarlo.

Aunque no había caído la noche y el cielo estadounidense no estaba iluminado para celebrar el 4 de julio, Día de la Independencia de la nación norteamericana, ya era un día de fuegos artificiales para Guerra, quien horas antes dejó en dos hits a los Nacionales de Washington en 7.1 innings.

A pesar de las sorpresas e intrigas que ha causado este año el abridor derecho de los Cerveceros de Milwaukee, por ser uno de los novatos más asombrosos de la Liga Nacional y tener 31 años de edad, Lira no se muestra extrañado. Tiene una idea clara y certera de Guerra. Ambos trabajan juntos desde 2011, cuando el técnico comenzó como el encargado de instruir al bullpen de los Tiburones de La Guaira.





“Junior siempre ha tenido las condiciones y lo está demostrando desde el año pasado, cuando estuvo con nosotros, los Medias Blancas”, dice Lira desde Arizona. “Al caer en waivers, los Cerveceros lo tomaron en un momentico y fue por algo, no? Él tiene un talento increíble”.

Pero muchas veces el beisbol no es justo. En diversas ocasiones no domina el que tenga los mejores dones. El triunfo en los diamantes demente de varios factores y Guerra no es precisamente alguien que haya sido catalogado como un predestinado para ganar.

Apenas supera el 1.80 metros de estatura, sus 25 años pasaron hace rato y un par de años atrás solo era aplaudido por los pocos fanáticos del beisbol que habitan en Italia. Pero ahora posee seis victorias y una derrota con los lupulosos, su efectividad es de 2.93 en 76.2 innings, lo que lo convierte en el abridor más eficaz de la frágil rotación de Milwaukee.

¿Qué es lo que hace tan bueno a Guerra? Por tener la respuesta lista en su mente, Lira no titubea al explicar.

“Junior aprendió a aprovechar su experiencia”, expone el coach. “Pasó por muchas cosas, por varias ligas. Creo que esas vueltas que dio por el beisbol lo hicieron crecer. Nunca perdió tiempo”.

Aventurero del diamante. Lira no exagera. Guerra ha tenido largas correrías por el beisbol. Firmó para el profesional en 2002 como receptor, se volvió lanzador a los 21 años, de los Bravos pasó a los Mets, luego fue dejado en libertad y paró en una Liga Independiente. Sus primeros años en Venezuela no fueron buenos, probó suerte en México e Italia, se reivindicó en la LVBP y llegó a las Grandes Ligas el año pasado con los Medias Blancas.

Pero por más pericia que haya adquirido como legionario, debe haber algo más. “Su split-finger. Sí, su split-finger es buenísimo”, recuerda Lira. Lo que se convirtió en un experimento, gracias a una recomendación de Jean Machí en 2009, se ha vuelto el sello de calidad de Guerra.

La pronunciada caída del lanzamiento, cada vez que llega al home, ha ponchado a 67 paleadores ligamayoristas y despertado elogios. “Nunca había visto un split tan bueno como el de él”, llegó a decir Jonathan Lucroy, receptor de Milwaukee.

“Es un pitcheo que ha desaparecido con el tiempo”, argumenta Lira. “Ya no es tan común como en los 80 y 90 y los bateadores lo ven poco. El split de Junior es bastante violento. Hay lanzadores que no lo controlan, pero él lo tira en el medio y luego cae, se hunde. Lo ha curado, además lo puede lanzar a 88 millas. Es difícil darle”.

Según el portal brooksbaseball.com, Guerra utiliza su split con una frecuencia de 24.13% y su promedio de velocidad es de 86 millas por hora. Mezcla el envío con su poderosa recta de 94 millas y un slider para producir rollings.

Es llamativo que con 31 años de edad, Guerra todavía tiene la capacidad de montar su recta cerca de las 100 millas por hora. “Hay gente que trabaja mucho y pierde velocidad. Junior tiene un don genético y lo une con mucho trabajo”, cuenta Lira. “Es un tipo duro, que no se cuida en la lomita, va con todo y sin miedo a lesionarse. Tiene un brazo de hierro”.

Trabajo publicado en el diario El Nacional, en su edición del 10 de julio de 2016

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