Aunque no se alzó como
el Jugador de la Semana de la Nacional, el jardinero de los Rockies de Colorado
conectó cinco jonrones e impulsó 11 carreras entre el 30 de mayo y el 5 de
junio
Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @AnSanchezRu
Los ojos son el reflejo
del alma, pregona un adagio popular. Quién sabe si eso será cierto, pues la
subjetividad y el sentimentalismo arropan el anónimo apotegma. Carlos González
tiene una frase similar dedicada a los bateadores: “Tu swing es lo que eres”,
dijo en un extenso trabajo publicado en el rotativo Denver Post. Eso quiere
decir que para el jardinero de los Rockies de Colorado, el swing es el reflejo
de la esencia de un paleador.
En el bamboleo del
bate, que busca infinitamente cumplir el deseo de golpear la pelota, González
es considerado un virtuoso. Su oscilación es digna de estudio y son pocos los
que tienen una mejor, según diversos reportes en Grandes Ligas.
“Siempre me ha gustado
batear”, comentó González al periódico de las rocallosas. “Desde que era niño,
un pequeño”. Ya no debe utilizar palos de escoba para jugar a ser un jonronero.
El anhelo se ha vuelto real. Fue uno de los candidatos para ganar el Jugador de
la Semana de la Liga Nacional, distinción que se llevó Matt Carpenter,
antesalista de los Cardenales de San Luis.
La última semana y
media ha sido un período excitante para el bateo del zuliano. Sin contar el
juego de anoche contra los Dodgers de Los Ángeles, tenía ocho cuadrangulares y
16 carreras remolcadas en diez juegos. Su pico más álgido lo vivió en la noche
dominical, al conectarle dos vuelacercas a los Padres de San Diego, fue su
careo 16 con par de bambinazos.
A diferencia de la
máxima que asocia el estado ocular con el bienestar del alma, parece que la
teoría González es cierta, siempre y cuando sea aplicada en él mismo. Su swing
pulido es el mejor indicador para saber quién es en este momento. Ya está sobre
los .300 de average y con 13 jonrones tiene mejor ritmo que el año pasado,
cuando pegó 40 estacazos, la cantidad más alta de su carrera.
Es el swing en lo que
piensa, cada vez que camina a la caja de bateo. No olvida cuál es la clave para
él: el momento de alzar el pie, cuando se acerca el lanzamiento. “Si eso no
coincide podría ser un desastre”, explicó el marabino. “Si eso no funciona no
me importa lo demás. Va a ser difícil darle bien a la pelota”.
Ese movimiento de la
pierna derecha, la delantera para el zurdo González, es una forma de configurar
el tiempo. Es un dínamo que nutre de energía el resto del movimiento. “Siempre
hice esa pequeña patada cuando era un niño”, recordó. “Cuando comencé a jugar
profesional me alejé de ella. Pero Don Baylor, en 2009, me dijo que lo volviera
a hacer, que podría ayudarme”.
¿Y sobre el grandioso
momento que vive? Para CarGo es mejor no pensar en ello. Como si fuera un
vidrio empañado, limpia su mente al batear de la condensación que puede generar
la ansiedad de ver la bola volar. “Ni siquiera pienso en eso cuando tengo cuatro
cuadrangulares, en cuatro juegos consecutivos”, dijo.
Nota publicada en el diario El Nacional, en su edición del 07 de junio de 2016
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