Wilson
Ramos fue el cómplice de la hazaña conseguida por Max Scherzer el miércoles.
Con minuciosos detalles relata el antes, el durante y el después, de la gesta
que hizo celebrar a los Nacionales de Washington
Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @AnSanchezRu
Mientras le recibía
envíos de calentamiento a Max Scherzer, antes del juego del miércoles contra
los Tigres de Detroit, el receptor Wilson Ramos confirmó la percepción que
había tenido en el clubhouse: algo extraño le ocurría al abridor de los
Nacionales de Washington. No era una mala sensación. Veía que el derecho estaba
motivado. Lucía enfocado y ansioso de enfrentar a su ex equipo.
“Lo vi bastante
emocionado”, dijo el careta carabobeño en una llamada telefónica con El
Nacional. “Tenía una actitud distinta. Deseaba lanzarles a ellos (a los
Tigres). Lo vi diferente, muy agresivo. Más agresivo de lo normal”.
Foto AFP
Ramos conoce bien a
Scherzer. Con él vivió un juego sin hits ni carreras el 20 de junio de 2015
contra los Piratas de Pittsburgh. Meses después, el 3 de octubre, emularon la
gesta frente a los Mets de Nueva York. Sí, la mascota sabía cómo rompían los
lanzamientos del iniciador capitalino, tanto como los de Jordan Zimmerman,
abridor de los bengalíes, con el que también experimentó un no hit-no run, el
28 de septiembre de 2014.
El sentir de Scherzer
se vio reflejado en cada lanzamiento que explotaba en la mascota de Ramos.
Ponchó a dos rayados en el primer inning, a tres más en el segundo, otro trío
de rivales abanicaron en el tercero, uno en el cuarto y un par más en el quinto
capítulo.
“Al principio del juego
utilizamos algunas curvas y sliders”, relató Ramos, quien veía todo tras los
hierros de la careta. “Pero en algún punto nos dimos cuenta de que la recta
estaba imbateable, así que decidimos usarla más”.
Y vaya que Scherzer
utilizó envíos de velocidad. Lanzó 62 rectas según el portal especializado Brooksbaseball.net, las cuales tuvieron un
promedio de velocidad de 96.2 millas por hora y 51 cayeron en la zona de
strike. “Cuando vimos lo efectivo de la recta no hubo mucho más que planificar”,
agregó el valenciano.
Además de lucir una
recta invisible hasta para Miguel Cabrera, que se fue al hotel con tres ponches
en la maleta, Scherzer mostró un control sobrenatural. De sus 119 lances al
plato, solo 23 fueron considerados bolas.
La
inspiración continuó. Ramos vio como el escopetero de 31
años ponchó a dos bengalíes más en el sexto episodio, otro par en el séptimo,
tres en el octavo e hizo deslucir a dos más en el noveno. Scherzer alcanzó los
20 ponches en nueve innings e igualó el récord de las Grandes Ligas, una hazaña
ya realizada por Rogers Clemens (1986 y 1996), Kerry Woods (1998) y Randy Johnson
(2001).
“Yo no estaba al tanto
de que se estaba haciendo historia”, contó Ramos. “Sabía y celebré los 18
ponches, que era el record para los Nacionales, pero no sabía los de los 20. Me
di cuenta cuando alguien lo comentó en la celebración”.
Entonces Ramos tampoco estaba
consciente que había logrado algo inédito en las mayores: ser el único receptor
en recibir tres no hitters y un juego de 20 ponches. Se puede dar el lujo de
decidir qué instante histórico vivido es de su preferencia.
“Recuerdo con cariño el
primer no hitter, todo cátcher sueña con recibir uno”, opinó. “Aunque los otros
dos y la hazaña de ayer son momentos bastante emocionantes. Son cosas gratas
que tengo en mi carrera”.
Nota publicada en el diario El Nacional, en su edición del 13 de mayo de 2016
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